jueves, octubre 25

Siestas de verano

Cuando eramos chiquitas, a veces, a la hora de la siesta nos acostabamos en la cama de mis padres, una a cada lado de mi mamá y ella nos leia cuentos. Hay uno que siempre recordé (no sé porque), el de un tal Epaminondas. Y no sé de donde lo leyó porque no estaba en ninguno de los libros de casa (y eso lo busqué, eh?)
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Epaminondas y su Madrina
Había una vez una Señora muy pobre que vivía en Centroamérica, deseaba tanto tener un hijo y poder darle algo muy valioso... pero era tan pero tan pobre que sólo pudo darle un gran nombre... y lo llamó Epaminondas, que era el nombre de un gran Dios Griego.
Epaminondas tenía una madrina que lo visitaba todos los domingos y como ustedes saben las madrinas siempre esperan a los niños con un regalo. Y bueno... ese domingo la madrina le dijo así...- Oye Epaminondas, ven que tengo aquí un regalo para ti... Y le regaló una blanca y cuadradita mantequita. Entonces apurado Epaminondas por llegar a su casa puso la manteca sobre su cabeza y la protegió con su gorra. Ese día hacía tanto, tanto calor que la manteca se derritió y le chorreaba por la cabeza, por los hombros y por su barriguita regordeta. Al verlo su mamá le dijo: - Pero Epaminondas, ¡ qué has hecho con el buen sentido que te he dado cuando has nacido...! Cuando te regalan una manteca debes cubrirla con dos hojas de parra, atarla con una soga y remojarla en cuanto charco y laguna encuentres.... ¿ Has entendido ? - Sí, mamá.
Al siguiente domingo la madrina le dice: - Oye Epaminondas, ven a ver que sorpresota grandotota tengo para ti. Y le acerca un hermoso y peludito cachorrito. Epaminondas, recordando lo que le dijo su mamá.... envuelve al cachorro en dos hojas de parra y lo remoja en cuanto charco y laguna encuentra. Así, medio ahogado se lo lleva a su mamá y esta le dice: - Epaminondas, qué has hecho con el buen sentido que te he dado cuando has nacido... a los cachorritos debes atarle una soguita al cuello y del otro extremo de la soga debes tirar con tu manita ¿ has entendido ? - Sí, mamá.
Al tercer domingo, al visitarlo su madrina, esta lo llama y le dice: - Epaminondas, mira lo que tengo para ti... y le entrega un largo y fresco pan flautita... y Epaminondas qué hace ? Ata una soguita del pan y así arrastrándolo por la tierra y el barro lo lleva a su casa. Lo que ustedes no saben es que junto a la casa de Epaminondas vivía una nena que nunca había reído, los papás ya no sabían qué hacer para curarla... y ésta al ver pasar a Epaminondas arrastrando un pan como si fuera un perro le causó tanta gracia que empezó a reír, primero con una sonrisa chiquitita y de a poquito su risa fue más y más grande hasta convertirse en carcajadas.
Los padres de esta niña no podían creer lo que ocurría y tan agradecidos estaban que le regalaron a Epaminondas y su familia un cofre lleno de riquezas y desde ese día Epaminondas además de un gran nombre, obtuvo una amiga y un buen pasar para él y su familia.

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